«Cada vez son más quienes vuelven sus miradas hacia barrios como Bellavista, Pino Montano, Torreblanca, Padre Pío, Alcosa, Heliópolis… además de a Triana e incluso al centro»
Por FERNANDO CARRASCO, 17 de marzo de 2016 0:30 h.
Pasión en Sevilla le tributa un homenaje a Fernando Carrasco publicando, como él solía hacer cada jueves de Cuaresma, artículos representativos que escribió en ABC de Sevilla.
Publicado en Pasión en Sevilla el 26 de marzo de 2015
Empeñados en ignorarlas e incluso menospreciarlas; apartarlas del día a día de la Cuaresma que vive la ciudad con la ilusión de quien se prepara para la llegada de la Pasión, Muerte y Resurrección según Sevilla; obviarlas con un «eso no es Semana Santa» o, también,vanagloriarse de no haber ido al encuentro de alguna de ellas nunca, que para eso están los barrios y sus vecinos.
La Sevilla rancia, la más casposa que se disfraza de «clásica» a la hora de argumentar, si es que lo hace, esa falta interés no sólo por estas cofradías del Viernes de Dolores y del Sábado de Pasión sino por la labor que hacen a lo largo de todo el año con mucho, muchísimo menos presupuesto que «las de toda la vida» -que diría alguno de sus detractores-, se ufana en renegar de las corporaciones «de la periferia» que no tienen pedigrí y directamente dice que más allá de la Ronda Histórica no hay vida cofrade ni nada que se le parezca.
Craso error, amigo mío. Ese desconocimiento, o desprecio, que ambas cosas van unidas en este aspecto, hace que muchos cofrades –que no todos- de los de chaqueta azul impoluta y pelo engominado se pierdan el inicio de la Semana Santa de Sevilla, que está en la esencia de los barrios pero también del centro. Porque en el Viernes de Dolores y en el Sábado de Pasión reside buena parte de un sentimiento y amor por las Hermandades y Cofradías, por la Iglesia en definitiva, que quizá se haya ido perdiendo, por rutinario, en corporaciones con siglos de historia a sus espaldas.
Aquello que se ignora puede acabar perjudicándonos. Por fortuna, cada vez son más quienes vuelven sus miradas hacia barrios como Bellavista, Pino Montano, Torreblanca, Padre Pío, Alcosa, Heliópolis… además de a Triana e incluso al centro. Porque en todos ellos, en todos radican hermandades de Vísperas –término que muchos utilizan de manera despectiva, por cierto-. Y entonces encuentran algo que no esperaban: la misma devoción, o quizá más, que en otras cofradías del Domingo de Ramos en adelante. Y se sorprenden y se preguntan por qué estuvieron tanto tiempo con los ojos cerrados y los oídos tapados; por qué no hicieron caso de quienes les aconsejaron que acudiesen hasta allí, donde residen también la Fe y las devociones más enraizadas de nuestros sentimientos cristianos con la misma pasión que en otros lugares.
Por eso, cada año por estas calendas yo prefiero admirarme en Heliópolis con el ejemplo que dan quienes acompañan al Cristo de la Misión desde que son niños; busco por Pino Montano a Jesús de Nazaret en Sevilla y a su Madre, que tiene por advocación nada menos que Amor. Me acerco hasta Padre Pío y me conmuevo con el rosario de personas que acompañan hasta el Cerro al Nazareno de la Salud y Clemencia y a esa niña que tiene en su rostro Divina Gracia. Corro a surcar las calles del Bellavista más profundo que sigue por todo el barrio al Señor de la Salud y Remedios lo mismo que quien le llora todo el año y que más Dulce no puede ser su Nombre. Y de Bellavista a Triana, donde me sigue sobrecogiendo el cuerpo desvencijado del Cristo de Pasión y Muerte y muero entre las gradas de la Catedral el Viernes de Dolores cuando el Cristo de la Corona abraza su Cruz como queriendo abrazar a toda Sevilla.
Y no más amanece el Sábado de Pasión me hago uno más en Torreblanca, entre sus gentes que sufren el día a día del paro para intentar que Pilato no sentencie al Señor Cautivo mientras los Dolores de su Madre son el consuelo para sus Hijos. Y cerquita, en Alcosa, Cristo se hace Divino Perdón por obra y gracia de María Santísima de la Purísima Concepción. Y acabo en San José Obrero, donde Jesús es Caridad al ver los Dolores de quien le dio la vida.
Así un año tras otro. Porque a quienes ignoran a las Vísperas, sólo puedo recordadles lo que dijo Jesucristo: «Padre, perdónalos, porque…».